lunes, 26 de marzo de 2012

MONTEAGUDO A TRAVÉS DE LA HISTORIA

PREHISTORIA, ÉL ARGAR, ASENTAMIENTOS IBÉRICOS


Monteagudo ha constituido un enclave excepcional a lo largo de la historia. Los primeros asentamientos humanos en la zona datan de dos mil años antes de Cristo. Esta afirmación se documenta a través de las secuencias estratigráficas obtenidas en las distintas excavaciones arqueológicas llevadas a cabo.  Se han encontrado restos de una necrópolis argárica ( 1700-1200 AC) , localizada en la falda oriental del cerro. así como una amplia gama de utensilios prehistóricos de la edad del Bronce (  hojas de alabarda, puñales y brazaletes de bronce, cuchillos de silex, punzones, vasijas..)     
 

 En los recientes trabajos arqueológicos  llevados a cabo en el solar de la antigua iglesia de S. Cayetano se han documentado restos  atribuibles culturalmente a la cultura Argárica y a Edad del Bronce. El hallazgo más notable de estas últimas excavaciones fue un botón de oro que tipológicamente tiene sus mejores paralelos en el llamado Tesoro de Villena.
La mayor parte de estos hallazgos se pueden contemplar en el Museo Arqueológico de Murcia.


Se ha evidenciado arqueológicamente la ocupación ibérica de la falda meridional del cerro. Desde un punto de vista estratigráfico, puede estructurarse en dos niveles: el más antiguo, datable hacia el siglo IV     a.C., estaba integrado por una acumulación de fragmentos cerámicos, quizá un posible vertedero, depuesta sobre los restos de un muro. El más reciente podría fecharse hacia el s. I a.C. y muestra estancias de planta rectangular, en uno de cuyos muros se recuperó un fragmento esculpido que, con probabilidad pudo pertenecer a un monumento funerario. 




 Los referidos restos de hábitat pudieron pertenecer al poblado ibérico, enclavado en la zona suroriental de la ladera. Junto a este poblado, una necrópolis, que pudo estar situada en la zona occidental del castillo, en las inmediaciones del actual cementerio. En esta zona aparecieron en 1976 los restos fragmentarios de tres esculturas en piedra, conservadas en el Museo de Murcia. Anteriormente, en excavaciones llevadas a cabo hacia 1923, fueron encontradas otras esculturas ibéricas. En 1956 se recuperó una cabeza femenina velada y la parte posterior de otra en el jardín de una casa del pueblo y en el Castillejo, respectivamente. 
Otros muchos restos de adscripción ibérica acreditan la vitalidad económica del asentamiento. A destacar un "braserillo" o recipiente ritual broncíneo con asas de manos procedentes de una sepultura de la necrópolis adyacente al castillo.

(Noticias en la prensa.Diario La Opinión de Murcia.Hallazgos de restos argáricos) . 

LA HERENCIA ROMANA. 




Solar donde se asentaba la antigua Iglesia .Hoy sólo queda la Capilla de S. Cayetano. Aquí han aparecido importantes restos romanos, que datan del s. I d.C.  En la actualidad la zona excavada está ocupada por el Centro de Visitantes de San Cayetano ( imagen de la derecha).  En la actualidad cerrado y a la espera de dotarlo de contenido. 


De gran interés para el conocimiento de Monteagudo en época romana son los resultados de las excavaciones arqueológicas acometidas en 1999 y 2001 en la plaza ocupada por la antigua iglesia de S. Cayetano. En ellas se han constado los restos de varios edificios que, construidos con sólidos muros de mampostería , podrían fecharse en las primeras décadas del siglo I d.C. Estos edificios se abrían a sendas calles perpendiculares entre sí; la principal, orientada de Este a Oeste y de unos tres metros de anchura, estaba pavimentada con bloques poligonales de pizarra local, contaba con aceras de unos 50 cm dce piedra arenisca y una pequeña red de alcantarillado; la otra repite caracteres similares , aunque mide 1,6 m de anchura y carece de drenaje y de aceras. Tecnológica y tipológicamente estas calzadas recuerdan de inmediato las constatadas en época del emperador Augusto en la ciudad de Carthago Nova, actual Cartagena  y capital de la región en aquellos tiempos.  Estos testimonios ponen de manifiesto la existencia de un asentamiento urbano de cierta envergadura, con un diseño urbanístico de carácter ortogonal bien organizado y planificado , en la ladera meridional y oriental del cerro en los inicios de la época imperial romana. Ello es indicio de que, muy probablemente en coincidencia con la reorganización administrativa de la península Ibérica emprendida por el emperador Augusto, el viejo poblado ibérico fue sustituido por una entidad urbana, cuyo estatuto jurídico es imposible determinar ante la carencia de cualquiera otra información. 

(J.Miguel Noguera Celdrán. Folleto editado por la Junta Vecinal de Monteagudo. Monteagudo Argáricos, íberos y romanos)






Columnas dóricas. Iglesia de S. Andrés.


Juan Lozano, en Bastitania y Contestania del Reino de Murcia-Volumen II- concluye que hay evidentes pruebas que confirman la población romana en Monteagudo: "con efecto la serie de hallazgos romanos es considerable. Parece esta pequeña población una rica mina de antiguedades. Las columnas de orden Dórico, jaspe encarnado, color remiso, que hoy adornan la fachada de PP. Agustinos de Murcia (*), ¿ no fueron desenterradas al pie del monte, y Castillo, de este pueblo después del año 1760? ¿ No se ven hoy capiteles de columnas de orden corinthio, al rededor de la Iglesia?"
Se refiere también Lozano los Castillos de Monteagudo y los vincula a la época romana: " Tiene además sus dos castillos. En la eminencia uno, otro en una pendiente. El primero con sus muros del todo Romanos. Es, y asido fortaleza inexpugnable, aun despues de la restauracion. El segundo tiene argamasas, tapia firme, buen diametro y aqueductos subterraneos, que se dirigen al declive meridional, donde se manifiesta obra subterranea también, que ofrece la idea de Termas Romanas. Su vecino el Castillo de Larache, señorío del Caballero Saurin, ya nombrado antes; aun que tiene nombre Árabe, tiene también rasgos romanos"
(*)En la actualidad Iglesia de S. Andrés, de Murcia.



LA ÉPOCA MUSULMANA. 


Con la llegada de los musulmanes el lugar adquirirá gran importancia al construirse un conjunto de fortalezas que constituían una línea defensiva destinada a proteger toda la vega murciana y los distintos caminos que unían Murcia con Orihuela. Dicha línea estaba conformada por los castillos de Monteagudo, el Castellar, Castillar ó Castillejo, y el de Alharache, Alabrach ó Larache. Según el profesor Torres Fontes, las primeras noticias que tenemos del castillo de Monteagudo datan del año 1078-1079 en que, al ser destronado el reyezuelo de Murcia Abu Abderramen Ibn Tahir por Ibn Ammar, visir del rey al-Mutamid de Sevilla, fue encarcelado en dicho castillo.
En el siglo XII Muhammad Ibn Sad Ibn Mardanix (1147-1171), conocido por los cristianos como el rey Lobo, mandó construir las estructuras que actualmente conocemos. Posteriormente, en los inicios del siglo XIII, el poeta cartagenero Abu-l-Hasam Hazim al-Qartayanmi nos describe esta fortaleza que denomina Montacud, así como la de Hissn-ul-farach ó Hins al-Faray (“casa de recreo y de labor”), que puede ser el de Larache, aunque otros autores lo hacen derivar de Alarich (“huerto de flores y jardín”), y que parece ser fue residencia de la familia real. Con respecto al Castellar, Abelardo Merino considera que debió ser construido “... en los últimos días del poderío almohade”, y Torres Balbán, citado por Torres Fontes, plantea que esta construcción también data de la época del rey Lobo.
Tras la conquista de Murcia por los cristianos el castillo de Monteagudo fue residencia por cortos periodos de tiempo del rey Alfonso X el Sabio, como demuestran los documentos fechados en este lugar en diferentes días del mes de junio de 1.257. En la tercera partición de la huerta y campo de Murcia realizada el año 1268, la fortaleza con sus viñas y tierras de secano (conjunto con mas de 600 tahullas) pasará como donadío a la reina doña Violante, aunque, como consecuencia de la rebeldía de la reina, el Real de Monteagudo volvió a la Corona, asignándose a su custodia un alcaide real. Posteriormente, siendo rey Sacho IV, pasó a ser propiedad de doña María de Molina, hasta que Fernando IV se lo cede al Obispo de Cartagena que toma posesión de la fortaleza en 1.321. Poco tiempo después, dada su importancia estratégica, pasará nuevamente a poder real, constituyéndose, según Torres Fontes, en el baluarte que controlaba las incursiones oriolanas en la huerta murciana, siendo también un instrumento decisivo en las luchas que se produjeron en el reino de Murcia en los años 1448 y 1449 , cuando Juan Ide Navarra ocupó la ciudad de Murcia, aunque tuvo que abandonarla cuando las huestes del Condestable Luna y el Adelantado Mayor del Reino Don Pedro Fajardo ocuparon el castillo de Monteagudo.
Unida a esa importancia militar y estratégica, las crónicas medievales nos dan cuenta de la existencia a extramuros del castillo, en la falda del cerro que da a mediodía, de una importante ciudad con el mismo nombre, si bien tras la conquista de Granada y la unión de Castilla y Aragón con los Reyes Católicos se llega a la desaparición de la inseguridad reinante en este territorio, y, por tanto, al abandono de la fortaleza, de la que fue su último alcaide Don Juan Chacón, muerto en 1503. Consecuencia de todo ello es también la decadencia de la ciudad, que quedó reducida a un pequeño caserío.

EDAD MODERNA HASTA NUESTROS DÍAS 
En el siglo XVIII Monteagudo tiene la consideración de lugar de realengo con alcalde pedáneo. Posteriormente, en el denominado Trienio Liberal (1820-1823), conformará su propio ayuntamiento, aunque esta situación duró poco tiempo, pasando a depender nuevamente del municipio de Murcia. Concretamente en el R. Decreto de 21 de abril de 1834, por el que se realiza la subdivisión provincial de juzgados de primera instancia, en Murcia se incluye el Esparragal y la Diputación de Monteagudo.
Imagen de Monteagudo
A mediados del siglo XIX Pascual Madoz nos deja constancia de que Monteagudo tiene 240 casas, en las que residen 380 vecinos (928 almas); una Iglesia bajo la advocación de Ntra. Sra. de la Antigua que es aneja de la parroquia del Esparragal, siendo sus tierras casi todas de moreral de riego de excelente calidad, regadas por las acequias de Churra la Nueva, Zaraiche, Azarbe del Merancho y por el Azarbe de Monteagudo, contando en algunas de sus colinas con plantaciones de “nopales” que producen gran cantidad de higos chumbos. Además de éste último producto también se constata el cultivo de trigo, maíz, hortalizas y pimientos, siendo importante su producción de seda.
En el presente siglo se constata un continuo crecimiento poblacional, pasándose de los 1.600 vecinos del año 1900 a los 4.758 habitantes de 1960. Este incremento se mantiene hasta 1970, año en el que solo constan 3.075 habitantes, pudiéndose deber este descenso a la remodelación de los límites de la pedanía, en la que el nomenclator de 1960 incluía una entidad singular denominada Zarandona que no aparece en el de 1970. A partir de éste último año las cifras de población se estabilizan en torno a los 3.600 habitantes. Concretamente en la última renovación padronal realizada en 1996 figuran inscritos 3.658 vecinos, que se distribuyen entre los núcleos de población de Monteagudo, La Cueva, Las Lumbreras y el diseminado de la Huerta de Monteagudo. El sector de actividad que mayor población ocupa es el comercio y la hostelería, seguido de otros servicios, industria manufacturera, construcción y agricultura, destacando en este último sector el predominio de las plantaciones de limonero y naranjo, presentando también una especialización en cultivos de hortalizas (acelga, lechuga, tomate, judía verde), denotándose un enorme retroceso en los cultivos tradicionales de maíz y alfalfa.
Cuando hablamos de Monteagudo no podemos dejar de mencionar una singular construcción que desde principios del presente siglo caracteriza a esta pedanía: la imagen del Sagrado Corazón de Jesus. La primitiva construcción fue inaugurada el 31 de octubre de 1926, siendo su peso de 20 toneladas. Estaba conformada por el Cristo con los brazos abiertos, las imágenes de San Francisco de Asís y de San Francisco Javier, dos indios en actitud de oración y un relieve de Santa María de Alcoque en el pedestal. Fue demolida por acuerdo municipal de 11 de septiembre de 1936. La actual imagen, alzada en el mismo centro del castillo, fue inaugurada el 28 de octubre de 1951.



(Datos obtenidos de la web municipal - www.murcia.es -con texto de Manuel Herrero Carcelén). 

martes, 20 de marzo de 2012

SITUACIÓN


 
ESCUDO DE ARMAS
Escudo partido:
1°. En campo de sinople, tres castillos de oro, almenados, mazonados y aclarados de gules.
2°. En campo de púrpura, un cerro de su color, sumado de un Cristo de plata.
3°. Entado en punta, un lobo de sable en campo de plata.
4°. Un cabrio de azur, con tres crecientes ranversados de plata y tres cruces llanas de gules.
5°. Sobre el todo, un corazón de gules, cargado de un león rampante de oro que sostiene
una flor de lis, también de oro. El corazón está timbrado por una corona real abierta.
6°. Por timbre, una corona real de España cerrada, que es un círculo engastado de piedras preciosas, compuesto de ocho florones de hojas de acanto (cinco vistos), interpoladas de perlas y de cuyas hojas salen otras tantas diademas, sumadas de perlas, que convergen en un mundo de azur, con el semi meridiano y el ecuador de oro, sumado de una cruz de oro y la corona forrada de gules.
2. Significado
Los tres castillos representados en el primer cuartel hacen referencia a las tres fortificaciones que tuvo Monteagudo: el castillo, el Castillejo y Larache. Se ubican sobre un campo sinople (verde) que simboliza a la vez el color musulmán por excelencia y el de la huerta murciana, ambos tan importantes para la historia de la localidad.
El distintivo más característico de Monteagudo está representado en el segundo cuartel del escudo: el cerro sobre el que se ubica el castillo..coronado del Sagrado Corazón de Jesús.
En la enseña municipal también aparece un lobo, en recuerdo del rey musulmán de apodo homónimo, el cual habitó el castillo y estableció su residencia temporal en el palacio del Castillejo.
Las tres lunas representan los tres siglos de presencia musulmana en el castillo de Monteagudo, igual que las cruces evocan su hábitat cristiano, una por cada siglo.
Finalmente, el corazón del centro del escudo simboliza a Alfonso X el Sabio, tan relacionado con la historia d.e Monteagudo y su castillo, de la misma forma en que se representa en el escudo de armas que Felipe V concedió a Murcia en 1709. Queda así también integrado en la enseña de Monteagudo el municipio del que forma parte la Pedanía.




La pedanía de Monteagudo está situada al NE del término municipal de Murcia, a una altitud media de 50 metros sobre el nivel del mar. Tiene una superficie aproximada de 5, 172 km2 y se encuentra limitada al  Norte y Este por la Pedanía del Esparragal; al Noroeste por la pedanía de Cabezo de Torres; al Sudoestepor la pedanía de Zarandona; y, al Sureste por la de Casillas. 

Tiene cerca de cuatro mil habitantes, distribuidos entre los tres núcleos de población que conforman la Pedanía: Monteagudo, La Cueva y Las Lumbreras.
 El sector de actividad que mayor población ocupa es el comercio y la hostelería, seguido de otros servicios, industria manufacturera, construcción y agricultura. En este último sector,  especialmente importante hasta hace pocos años, destacan las plantaciones de limoneros y naranjos, junto con el cultivo de una variada gama de hortalizas ( patatas, acelgas, lechugas, repollos,  coliflores...), denotándose un enorme retroceso en los cultivos tradicionales de maíz y alfalfa. 
 

La historia de Monteagudo está cargada de acontecimientos especialmente importantes en la historia de Murcia. Su posición estratégica hizo que fuese habitada desde tiempos muy primitivos (vestigios argáricos). Posteriormente distintos pueblos se han asentado en la zona, quedándonos importantes testimonios de su presencia:  Destacables son sus restos romanos y , como no, la huella musulmana, con sus castillos como referente básico y con la herencia en el ámbito de la agricultura. 

                                








LOS CASTILLOS DE MONTEAGUDO


EL CASTILLO DE MONTEAGUDO. La fortaleza. 


Está situado sobre una gran roca de 149 metros de alto y unos 100 metros de ancho. Desde sus murallas puede contemplarse todo el valle del Segura. Se sabe que ya en tiempos de la prehistoria, esta singular montaña estuvo habitada.  Esta fortaleza fue construida entre los siglos XI al XIII. Está dividido en tres recintos. El primero tiene cinco torres en la muralla, el segundo está más elevado y cuenta con depósitos y otros habitáculos donde se guardaba el grano de las cosechas. En el tercer recinto hay diez salas con bóveda en el techo.

Se trata del punto más fuerte de terreno de toda la vega de Murcia, siendo además su atalaya, en la que se realizaron las obras oportunas para cerrar el paso a cualquiera que intentara apoderarse de ella. Según los escritores árabes por el año 1078, el régulo de Murcia Ibn Tahir es enviado prisionero a esta fortaleza por el visir de Almitamid de Sevilla en las tierras murcianas; más tarde en 1172, los almohades antes de entrar en Murcia acampan en Monteagudo.
Tras la conquista de Murcia por los cristianos, el castillo de Monteagudo fue residencia por cortos periodos de tiempo del rey Alfonso X El Sabio y en este castillo firmó varias cartas reales, como lo demuestran los documentos fechados en Monteagudo en diferentes días del mes de Junio de 1257. 


Años más tarde ( 1268) se produce la tercera partición de la huerta y campo de Murcia. La fortaleza con sus viñas y tierras de secano ( conjunto con más de 600 tahúllas) pasará como donadío a la reina doña Violante, aunque, como consecuencia de su rebeldía, este Real de Monteagudo, volvió a la Corona, asignándole a su custodia un alcaide real.  Posteriormente, siendo rey Sancho IV, pasó a ser propiedad de de doña María de Molina, hasta que Fernando IV se lo cede al Obispo de Cartagena ( a cambio del Castillo de Lubrín, entre Vera y Almería)  que toma posesión de la fortaleza en 1321.  Dada su importancia estratégica, pasará nuevamente a poder real, constituyéndose, según Torres Fontes, en el baluarte que controlaba las incursiones oriolanas en la huerta de Murcia, siendo también instrumento decisivo en las luchas que se produjeron en el reino de Murcia en los años 1448 y 1449, cuando Juan I de Navarra ocupó la ciudad de Murcia, aunque tuvo que abandonarla cuando las huestes del Condestable Luna y el Adelantado Mayor del reino D. Pedro Fajardo ocuparon el castillo de Monteagudo.
Unida a esa importancia militar y estratégica, las crónicas medievales nos dan cuenta de la existencia a extramuros del castillo, en la falda del cerro que da a mediodía, de una importante ciudad con el mismo nombre, si bien tras la conquista de Granada y la unión de Castilla y Aragón con los Reyes Católicos se consigue la desaparición de la inseguridad reinante en este territorio, y , por tanto, el abandono de la fortaleza, de la que fue su último alcaide D. Juan Chacón, muerto en 1503.

EL CASTILLEJO. 


A unos cuatrocientos metros del Castillo principal de Monteagudo se encuentra este edificio situado sobre un cerro alargado de menor altura y laderas suaves.
En la parte superior se encuentran las ruinas que fueron excavadas por D. Andrés Sobejano, en los años 1924-1925 por encargo de la Junta Superior de Excavaciones y Antiguedades. De la exploración surgieron los restos de un palacio de 61x38 metros, orientados los costados menores a noroeste y sudeste.


Se trata de una construcción fortificada con torreones rectangulares, apareciendo dos en cada esquina, lo que da lugar a una solución en ángulo entrante. Torres Balbas calificó de originalísima a esta disposición  de torres, pues opina que no había observado este fenómeno en ninguna otra construcción a excepción del vecino castillo de Monteagudo. La perfecta simetría del edificio , en relación con sus ejes longitudinal y transversal es de destacar. La entrada al palacio se sitúa en el centro del frente largo del nordeste, encuadrada por dos torreones macizos; similar disposición se da también en el lateral opuesto, pero abriéndose entre los dos torreones a modo de balcón. 


Este tipo de patio responde al gusto islámico de fundir en íntima coexistencia la naturaleza y la vivienda, prodigándose en ellos las fuentes, albercas y canalillos que unian los exteriores ajardinados con los pabellones cuadrados que sobresalen en los extremos cortos; pabellones columnados que a modo de intruso penetran en la vegetación ajardinada y donde el agua entra como si de exterior se tratara.
El patio de este palacio es motivo de especial interés, pues constituye el ejemplo más antiguo de los llamado "de crucero" que tenemos documentado en al-Andalus. Se consideran así a los patios rectangulares con andenes o paseos en sus dos ejes normales, dubujando en planta una cruz, otro paseo o acera bordeaba interiormente los muros del palacio. Quedaban así limitados entre éstos y los brazos de la cruz, cuatro cuadros o arrietes para vegetación.
Su construcción se remonta al siglo XII . Lo verosimil es suponerle construido durante el gobierno del emir  Ibn Mardanish ( 1147-1171), el Rey Lobo  para los cristianos, tributario de sus monarcas, enemigo acérrimo de los almohades y dueño de todo el oriente de la España musulmana.  Fue diseñado como palacio de recreo situado en el centro de una vasta almunia que comprendía terrenos de secano y áreas irrigadas mediante estructuras hidráulicas. 


Sus ruinas constituyen un testimonio excepcional que vienen a ilustrar uno de los periodos peor conocidos de la evolución de nuestro arte musulmán: del comprendido entre la construcción de la Aljafarería de Zaragoza ( 1049-1082) y la invasión del arte almohade, formado, al parecer, en sus líneas fundamentales, al otro lado del Estrecho. Como obra arquitectónica de este arte, llamado almorávide conocíamos solamente la mezquita mayor de Tremecén, terminada en 1136; el Castillejo nos proporciona un palacio fortificado del siglo XII, antecedente del famoso de la Alhambra. La disposición de su patio es idéntica a la de los Leones del alcázar granadino; idénticos los estrechos pasadizos que bordean sus costados largos; idéntica la disposición de los pabellones salientes, de salones tras estos y de crucero en el patio.



EL CASTILLO DE LARACHE 


Muy cerca del Castillejo, está emplazado sobre un pequeño cerro de unos sesenta metros de altitud. Su construcción se fecha entre finales del XII y principios del XIII.  De planta cuadrada , con dos zonas amuralladas  y no tiene torres. 






Conocido también como Alharache y Alabrache , fue casa de labor y de recreo probablemente, que existía ya en tiempos de los romanos, y así lo demuestran sus cimientos. Según un viejo documento manuscrito, dependía del castillo de Monteagudo y era residencia alguna vez, del castellano y más frecuentemente de sus mujeres y familia. Llama la atención de que el nombre de esta casa de recreo sea el mismo que tiene una ciudad de la vecina costa africana. Según los académicos la historia, la etimología debe buscarse en ALARICH, que quiere decir "huerto de flores", o sea, jardín. 



TRADICIONES FESTIVAS

Monteagudo celebra sus fiestas patronales en Agosto,  en honor a San Cayetano y la Virgen de la Antigua.  De fuerte arraigo popular, en otro tiempo constituía un acontecimiento esperado en toda la huerta de Murcia. Desde los más recónditos lugares de nuestra vega, venían peregrinos a realizar la ofrenda de trigo a la imagen del Patrón. La romería, las ofrendas y exvotos, los puestos de sandías, el estruendo de la pólvora, la procesión del santo  han sido un gran y grato acontecimiento para los murcianos. 
Todas las ofrendas eran subastadas y lo obtenido se dedicaba para que el cura pudiera atender las necesidades de limosnas, ayudas a necesitados y para el mantenimiento del culto.
También famosa por sus melones de agua. Hermosas sandías se amontonaban en los puestos que se ubicaban a lo largo de la Carretera de Alicante.  
Entre las curiosidades  destacamos la antigua costumbre-ya desaparecida- de lanzar sobre la cabeza del santo  una lluvia de productos: almendras, garbanzos, higos de pala, tomates, anises, peladillas y, hasta melones de agua.
Una singular manera para pedir y propiciar la tan necesaria agua en una región seca.

 S. CAYETANO. PATRÓN DE MONTEAGUDO. 

Nació allá por el año 1480, en Vicenza, por aquellos tiempos ligada a la denominada República de Venecia.  Estudió Derecho en la universidad de Padua, doctorándose en las ramas de civil y eclesiástico.Su trabajo para el pontífice le obliga a residir en Roma.  Hacia 1524 renuncia a todas sus riquezas y funda una orden de clérigos regulares con voto de  pobreza. Es la llamada Congregación de los teatinos, que se establece en Murcia a principios del siglo XVIII, en un convento próximo al Santuario de la Fuensanta.  Falleció un día 7 de Agosto  de 1547, a la edad de 77 años.  Tuvo que transcurrir más de un siglo para que fuese canonizado ( 1671).

Iglesia de San Cayetano [Murcia_Monteagudo]_ 
  
El primer documento que da cuenta de su existencia, como titular de la parroquia de Monteagudo, se halla en el Archivo Municipal de Murcia  y data  del 29 de Marzo de 1659. Se registra que Francisco de los Reyes pide y se le concede licencia para obrar una ermita en Monteagudo, con la advocación de Nuestra Señora de la Antigua. En 1733 aparece otro documento en en que se solicita y obtiene terreno para la ermita. Tanto la ermita como la imagen eran tuteladas por el Cabildo Catedral de Cartagena, que nombraba un comisario capitular para el culto y la veneración, así como para organizar las fiestas anuales del 8 de Mayo.
Tras la guerra civil, Nicolás Martínez talló una imagen, que posteriormente fue sustituida por la de Juan Lorente Sánchez, que es la que actualmente se venera .


BANDOS PANOCHOS DE DIMOBER. ( DIEGO MORALES BERNABÉ) 



Cuando hoy dormía la siesta 
a la sombra la morea
me despertó un zagal
de la comisión  h` fiestas, 
Que tengo que icir argo
en el libro de las fiestas
pa que Montagut se entere
y los que venga h´ajuera.
Me se ocurre una idea
pa que lo lleven en lenguas,
en los bentorrillos rumeen.
en barberías y tiendas.
Que mientras Montagut sea Montagut
no se queará sin fiestas
por eso tenemos...melones
y...nabos, plantaos en la güerta, 
aunque agua no traiga el brazar
regamos, con agua meaos;
que corre por la cieca.
...
Y como, semos tan güenazos 
y no queremos peleas
con un abrazo muy juerte
a toiquios, embitamos a las fiestas. 
He dicho.   Dimober.