domingo, 8 de diciembre de 2013

EL CASTILLO DE MONTEAGUDO, de José Frutos Baeza


En el libro ¡Cajines y Albares!, obra del insigne JOSÉ FRUTOS BAEZA, publicada en su primera edición en el año 1927, se recoge un poema dedicado al Castillo de Monteagudo. 













SOBRE LA FIESTA DE SAN CAYETANO

Este es el artículo publicado por Rodolfo Carles en el Semanario Murciano correspondiente al diez de agosto de 1879, recien acabadas las fiestas de S. Cayetano. 


Sobre la Fiesta de San Cayetano.

La tradición va de capa caída en algunas cosas.
Quién había de decir que la fiesta de S. Cayetano vendría a menos.
Qué chico ni qué grande ignoraba que el 7 de Agosto era el santo del padre de la Providencia?
Y era de ver cómo se preparaban las caracolas, y los talones, para dar con ellos en los mostradores, y cómo los muchachos afilaban la lengua para silbar, los otros para manejar las chicharras y todos, en fin, los habitantes de las calles por donde pasaban los que iban a la fiesta se enredan en el deber de contribuir con algún discordante ruido a la obra común de dar una grita y una silba a los que podían considerar su paso por dentro de la ciudad como un vía-crucis.
Lo que sucedía en Monteagudo, teatro de la fiesta, la víspera y el día del santo era para visto más que para contarlo. Todos lo recuerdan, porque todos si no lo han visto una vez es que lo han visto más de diez.



Quien quita, como es natural, la primera visita al santo para entregarle lo prometido. Y por aquellas pendientes cuestas subían la de la mata de pelo, con el de la anega de trigo, teniendo ambos que ladearse más de una vez para no cebarse sobre el que subía la
cuesta penosamente de rodillas.
No hay para qué hablar del castillo de pólvora, ni de los figones ambulantes, ni de los puestos de melones, avellanas y dulces secos: pero que muy secos, eso sí; ni de las expansiones de los alrededores al pasar la procesión, ni del macilentoregreso de los que fueron a S. Cayeta… a cumplir una prome…: todo eso pasó a la historia y sólo se conserva, ya digo, como un recuerdo más o menos grato. La fiesta existe; pero ya no es aquella de hace quince y veinte años: el favor de S. Cayetano de Monteagudo, que es el tradicional, se lo disputan el del Monte y el de la parroquia de S. Pedro. Quizá, cuando transcurran algunos años, si aumentan los visitadores al Monte, aleguen sus devotos el derecho de prescripción, y para el siglo que viene se haya trasladado por completo la fiesta hacia aquel lado.


Rodolfo Carles.         
Semanario Murciano. Año II. 10 de agosto de 1879. Número 78


Imagen portada revista LA ILUSTRACIÓN ( 7 de julio de 1889. Número 453. Fotografía de D. Juan Almagro











MONTEAGUDO, por un murciano viejo


En este número correspondiente al mes de diciembre de 1881, se incluye un relato firmado por "un murciano viejo". En el mismo se detalla el paseo realizado por el autor en compañía de su amigo Carlos y un inglés: Mr. Mathis (tourista extranjero). Bajo un sol de justicia se dirigen desde la capital hasta Monteagudo, tomando camino por la orilla de la Aljada, hasta Casillas y, desde ahí vislumbrar "por encima del bosque de moreras, el aislado, cónico cerro, bien llamado Monteagudo..."