EL CASTILLO DE MONTEAGUDO. La fortaleza.
Está situado sobre una gran roca de 149 metros de alto y unos 100 metros de ancho. Desde sus murallas puede contemplarse todo el valle del Segura. Se sabe que ya en tiempos de la prehistoria, esta singular montaña estuvo habitada. Esta fortaleza fue construida entre los siglos XI al XIII. Está dividido en tres recintos. El primero tiene cinco torres en la muralla, el segundo está más elevado y cuenta con depósitos y otros habitáculos donde se guardaba el grano de las cosechas. En el tercer recinto hay diez salas con bóveda en el techo.
Se trata del punto más fuerte de terreno de toda la vega de Murcia, siendo además su atalaya, en la que se realizaron las obras oportunas para cerrar el paso a cualquiera que intentara apoderarse de ella. Según los escritores árabes por el año 1078, el régulo de Murcia Ibn Tahir es enviado prisionero a esta fortaleza por el visir de Almitamid de Sevilla en las tierras murcianas; más tarde en 1172, los almohades antes de entrar en Murcia acampan en Monteagudo.
Tras la conquista de Murcia por los cristianos, el castillo de Monteagudo fue residencia por cortos periodos de tiempo del rey Alfonso X El Sabio y en este castillo firmó varias cartas reales, como lo demuestran los documentos fechados en Monteagudo en diferentes días del mes de Junio de 1257.
Años más tarde ( 1268) se produce la tercera partición de la huerta y campo de Murcia. La fortaleza con sus viñas y tierras de secano ( conjunto con más de 600 tahúllas) pasará como donadío a la reina doña Violante, aunque, como consecuencia de su rebeldía, este Real de Monteagudo, volvió a la Corona, asignándole a su custodia un alcaide real. Posteriormente, siendo rey Sancho IV, pasó a ser propiedad de de doña María de Molina, hasta que Fernando IV se lo cede al Obispo de Cartagena ( a cambio del Castillo de Lubrín, entre Vera y Almería) que toma posesión de la fortaleza en 1321. Dada su importancia estratégica, pasará nuevamente a poder real, constituyéndose, según Torres Fontes, en el baluarte que controlaba las incursiones oriolanas en la huerta de Murcia, siendo también instrumento decisivo en las luchas que se produjeron en el reino de Murcia en los años 1448 y 1449, cuando Juan I de Navarra ocupó la ciudad de Murcia, aunque tuvo que abandonarla cuando las huestes del Condestable Luna y el Adelantado Mayor del reino D. Pedro Fajardo ocuparon el castillo de Monteagudo.
Unida a esa importancia militar y estratégica, las crónicas medievales nos dan cuenta de la existencia a extramuros del castillo, en la falda del cerro que da a mediodía, de una importante ciudad con el mismo nombre, si bien tras la conquista de Granada y la unión de Castilla y Aragón con los Reyes Católicos se consigue la desaparición de la inseguridad reinante en este territorio, y , por tanto, el abandono de la fortaleza, de la que fue su último alcaide D. Juan Chacón, muerto en 1503.
EL CASTILLEJO.
A unos cuatrocientos metros del Castillo principal de Monteagudo se encuentra este edificio situado sobre un cerro alargado de menor altura y laderas suaves.
En la parte superior se encuentran las ruinas que fueron excavadas por D. Andrés Sobejano, en los años 1924-1925 por encargo de la Junta Superior de Excavaciones y Antiguedades. De la exploración surgieron los restos de un palacio de 61x38 metros, orientados los costados menores a noroeste y sudeste.
Se trata de una construcción fortificada con torreones rectangulares, apareciendo dos en cada esquina, lo que da lugar a una solución en ángulo entrante. Torres Balbas calificó de originalísima a esta disposición de torres, pues opina que no había observado este fenómeno en ninguna otra construcción a excepción del vecino castillo de Monteagudo. La perfecta simetría del edificio , en relación con sus ejes longitudinal y transversal es de destacar. La entrada al palacio se sitúa en el centro del frente largo del nordeste, encuadrada por dos torreones macizos; similar disposición se da también en el lateral opuesto, pero abriéndose entre los dos torreones a modo de balcón.
Este tipo de patio responde al gusto islámico de fundir en íntima coexistencia la naturaleza y la vivienda, prodigándose en ellos las fuentes, albercas y canalillos que unian los exteriores ajardinados con los pabellones cuadrados que sobresalen en los extremos cortos; pabellones columnados que a modo de intruso penetran en la vegetación ajardinada y donde el agua entra como si de exterior se tratara.
El patio de este palacio es motivo de especial interés, pues constituye el ejemplo más antiguo de los llamado "de crucero" que tenemos documentado en al-Andalus. Se consideran así a los patios rectangulares con andenes o paseos en sus dos ejes normales, dubujando en planta una cruz, otro paseo o acera bordeaba interiormente los muros del palacio. Quedaban así limitados entre éstos y los brazos de la cruz, cuatro cuadros o arrietes para vegetación.
Su construcción se remonta al siglo XII . Lo verosimil es suponerle construido durante el gobierno del emir Ibn Mardanish ( 1147-1171), el Rey Lobo para los cristianos, tributario de sus monarcas, enemigo acérrimo de los almohades y dueño de todo el oriente de la España musulmana. Fue diseñado como palacio de recreo situado en el centro de una vasta almunia que comprendía terrenos de secano y áreas irrigadas mediante estructuras hidráulicas.
Sus ruinas constituyen un testimonio excepcional que vienen a ilustrar uno de los periodos peor conocidos de la evolución de nuestro arte musulmán: del comprendido entre la construcción de la Aljafarería de Zaragoza ( 1049-1082) y la invasión del arte almohade, formado, al parecer, en sus líneas fundamentales, al otro lado del Estrecho. Como obra arquitectónica de este arte, llamado almorávide conocíamos solamente la mezquita mayor de Tremecén, terminada en 1136; el Castillejo nos proporciona un palacio fortificado del siglo XII, antecedente del famoso de la Alhambra. La disposición de su patio es idéntica a la de los Leones del alcázar granadino; idénticos los estrechos pasadizos que bordean sus costados largos; idéntica la disposición de los pabellones salientes, de salones tras estos y de crucero en el patio.
Muy cerca del Castillejo, está emplazado sobre un pequeño cerro de unos sesenta metros de altitud. Su construcción se fecha entre finales del XII y principios del XIII. De planta cuadrada , con dos zonas amuralladas y no tiene torres.
Conocido también como Alharache y Alabrache , fue casa de labor y de recreo probablemente, que existía ya en tiempos de los romanos, y así lo demuestran sus cimientos. Según un viejo documento manuscrito, dependía del castillo de Monteagudo y era residencia alguna vez, del castellano y más frecuentemente de sus mujeres y familia. Llama la atención de que el nombre de esta casa de recreo sea el mismo que tiene una ciudad de la vecina costa africana. Según los académicos la historia, la etimología debe buscarse en ALARICH, que quiere decir "huerto de flores", o sea, jardín.
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