lunes, 26 de marzo de 2012

MONTEAGUDO A TRAVÉS DE LA HISTORIA

PREHISTORIA, ÉL ARGAR, ASENTAMIENTOS IBÉRICOS


Monteagudo ha constituido un enclave excepcional a lo largo de la historia. Los primeros asentamientos humanos en la zona datan de dos mil años antes de Cristo. Esta afirmación se documenta a través de las secuencias estratigráficas obtenidas en las distintas excavaciones arqueológicas llevadas a cabo.  Se han encontrado restos de una necrópolis argárica ( 1700-1200 AC) , localizada en la falda oriental del cerro. así como una amplia gama de utensilios prehistóricos de la edad del Bronce (  hojas de alabarda, puñales y brazaletes de bronce, cuchillos de silex, punzones, vasijas..)     
 

 En los recientes trabajos arqueológicos  llevados a cabo en el solar de la antigua iglesia de S. Cayetano se han documentado restos  atribuibles culturalmente a la cultura Argárica y a Edad del Bronce. El hallazgo más notable de estas últimas excavaciones fue un botón de oro que tipológicamente tiene sus mejores paralelos en el llamado Tesoro de Villena.
La mayor parte de estos hallazgos se pueden contemplar en el Museo Arqueológico de Murcia.


Se ha evidenciado arqueológicamente la ocupación ibérica de la falda meridional del cerro. Desde un punto de vista estratigráfico, puede estructurarse en dos niveles: el más antiguo, datable hacia el siglo IV     a.C., estaba integrado por una acumulación de fragmentos cerámicos, quizá un posible vertedero, depuesta sobre los restos de un muro. El más reciente podría fecharse hacia el s. I a.C. y muestra estancias de planta rectangular, en uno de cuyos muros se recuperó un fragmento esculpido que, con probabilidad pudo pertenecer a un monumento funerario. 




 Los referidos restos de hábitat pudieron pertenecer al poblado ibérico, enclavado en la zona suroriental de la ladera. Junto a este poblado, una necrópolis, que pudo estar situada en la zona occidental del castillo, en las inmediaciones del actual cementerio. En esta zona aparecieron en 1976 los restos fragmentarios de tres esculturas en piedra, conservadas en el Museo de Murcia. Anteriormente, en excavaciones llevadas a cabo hacia 1923, fueron encontradas otras esculturas ibéricas. En 1956 se recuperó una cabeza femenina velada y la parte posterior de otra en el jardín de una casa del pueblo y en el Castillejo, respectivamente. 
Otros muchos restos de adscripción ibérica acreditan la vitalidad económica del asentamiento. A destacar un "braserillo" o recipiente ritual broncíneo con asas de manos procedentes de una sepultura de la necrópolis adyacente al castillo.

(Noticias en la prensa.Diario La Opinión de Murcia.Hallazgos de restos argáricos) . 

LA HERENCIA ROMANA. 




Solar donde se asentaba la antigua Iglesia .Hoy sólo queda la Capilla de S. Cayetano. Aquí han aparecido importantes restos romanos, que datan del s. I d.C.  En la actualidad la zona excavada está ocupada por el Centro de Visitantes de San Cayetano ( imagen de la derecha).  En la actualidad cerrado y a la espera de dotarlo de contenido. 


De gran interés para el conocimiento de Monteagudo en época romana son los resultados de las excavaciones arqueológicas acometidas en 1999 y 2001 en la plaza ocupada por la antigua iglesia de S. Cayetano. En ellas se han constado los restos de varios edificios que, construidos con sólidos muros de mampostería , podrían fecharse en las primeras décadas del siglo I d.C. Estos edificios se abrían a sendas calles perpendiculares entre sí; la principal, orientada de Este a Oeste y de unos tres metros de anchura, estaba pavimentada con bloques poligonales de pizarra local, contaba con aceras de unos 50 cm dce piedra arenisca y una pequeña red de alcantarillado; la otra repite caracteres similares , aunque mide 1,6 m de anchura y carece de drenaje y de aceras. Tecnológica y tipológicamente estas calzadas recuerdan de inmediato las constatadas en época del emperador Augusto en la ciudad de Carthago Nova, actual Cartagena  y capital de la región en aquellos tiempos.  Estos testimonios ponen de manifiesto la existencia de un asentamiento urbano de cierta envergadura, con un diseño urbanístico de carácter ortogonal bien organizado y planificado , en la ladera meridional y oriental del cerro en los inicios de la época imperial romana. Ello es indicio de que, muy probablemente en coincidencia con la reorganización administrativa de la península Ibérica emprendida por el emperador Augusto, el viejo poblado ibérico fue sustituido por una entidad urbana, cuyo estatuto jurídico es imposible determinar ante la carencia de cualquiera otra información. 

(J.Miguel Noguera Celdrán. Folleto editado por la Junta Vecinal de Monteagudo. Monteagudo Argáricos, íberos y romanos)






Columnas dóricas. Iglesia de S. Andrés.


Juan Lozano, en Bastitania y Contestania del Reino de Murcia-Volumen II- concluye que hay evidentes pruebas que confirman la población romana en Monteagudo: "con efecto la serie de hallazgos romanos es considerable. Parece esta pequeña población una rica mina de antiguedades. Las columnas de orden Dórico, jaspe encarnado, color remiso, que hoy adornan la fachada de PP. Agustinos de Murcia (*), ¿ no fueron desenterradas al pie del monte, y Castillo, de este pueblo después del año 1760? ¿ No se ven hoy capiteles de columnas de orden corinthio, al rededor de la Iglesia?"
Se refiere también Lozano los Castillos de Monteagudo y los vincula a la época romana: " Tiene además sus dos castillos. En la eminencia uno, otro en una pendiente. El primero con sus muros del todo Romanos. Es, y asido fortaleza inexpugnable, aun despues de la restauracion. El segundo tiene argamasas, tapia firme, buen diametro y aqueductos subterraneos, que se dirigen al declive meridional, donde se manifiesta obra subterranea también, que ofrece la idea de Termas Romanas. Su vecino el Castillo de Larache, señorío del Caballero Saurin, ya nombrado antes; aun que tiene nombre Árabe, tiene también rasgos romanos"
(*)En la actualidad Iglesia de S. Andrés, de Murcia.



LA ÉPOCA MUSULMANA. 


Con la llegada de los musulmanes el lugar adquirirá gran importancia al construirse un conjunto de fortalezas que constituían una línea defensiva destinada a proteger toda la vega murciana y los distintos caminos que unían Murcia con Orihuela. Dicha línea estaba conformada por los castillos de Monteagudo, el Castellar, Castillar ó Castillejo, y el de Alharache, Alabrach ó Larache. Según el profesor Torres Fontes, las primeras noticias que tenemos del castillo de Monteagudo datan del año 1078-1079 en que, al ser destronado el reyezuelo de Murcia Abu Abderramen Ibn Tahir por Ibn Ammar, visir del rey al-Mutamid de Sevilla, fue encarcelado en dicho castillo.
En el siglo XII Muhammad Ibn Sad Ibn Mardanix (1147-1171), conocido por los cristianos como el rey Lobo, mandó construir las estructuras que actualmente conocemos. Posteriormente, en los inicios del siglo XIII, el poeta cartagenero Abu-l-Hasam Hazim al-Qartayanmi nos describe esta fortaleza que denomina Montacud, así como la de Hissn-ul-farach ó Hins al-Faray (“casa de recreo y de labor”), que puede ser el de Larache, aunque otros autores lo hacen derivar de Alarich (“huerto de flores y jardín”), y que parece ser fue residencia de la familia real. Con respecto al Castellar, Abelardo Merino considera que debió ser construido “... en los últimos días del poderío almohade”, y Torres Balbán, citado por Torres Fontes, plantea que esta construcción también data de la época del rey Lobo.
Tras la conquista de Murcia por los cristianos el castillo de Monteagudo fue residencia por cortos periodos de tiempo del rey Alfonso X el Sabio, como demuestran los documentos fechados en este lugar en diferentes días del mes de junio de 1.257. En la tercera partición de la huerta y campo de Murcia realizada el año 1268, la fortaleza con sus viñas y tierras de secano (conjunto con mas de 600 tahullas) pasará como donadío a la reina doña Violante, aunque, como consecuencia de la rebeldía de la reina, el Real de Monteagudo volvió a la Corona, asignándose a su custodia un alcaide real. Posteriormente, siendo rey Sacho IV, pasó a ser propiedad de doña María de Molina, hasta que Fernando IV se lo cede al Obispo de Cartagena que toma posesión de la fortaleza en 1.321. Poco tiempo después, dada su importancia estratégica, pasará nuevamente a poder real, constituyéndose, según Torres Fontes, en el baluarte que controlaba las incursiones oriolanas en la huerta murciana, siendo también un instrumento decisivo en las luchas que se produjeron en el reino de Murcia en los años 1448 y 1449 , cuando Juan Ide Navarra ocupó la ciudad de Murcia, aunque tuvo que abandonarla cuando las huestes del Condestable Luna y el Adelantado Mayor del Reino Don Pedro Fajardo ocuparon el castillo de Monteagudo.
Unida a esa importancia militar y estratégica, las crónicas medievales nos dan cuenta de la existencia a extramuros del castillo, en la falda del cerro que da a mediodía, de una importante ciudad con el mismo nombre, si bien tras la conquista de Granada y la unión de Castilla y Aragón con los Reyes Católicos se llega a la desaparición de la inseguridad reinante en este territorio, y, por tanto, al abandono de la fortaleza, de la que fue su último alcaide Don Juan Chacón, muerto en 1503. Consecuencia de todo ello es también la decadencia de la ciudad, que quedó reducida a un pequeño caserío.

EDAD MODERNA HASTA NUESTROS DÍAS 
En el siglo XVIII Monteagudo tiene la consideración de lugar de realengo con alcalde pedáneo. Posteriormente, en el denominado Trienio Liberal (1820-1823), conformará su propio ayuntamiento, aunque esta situación duró poco tiempo, pasando a depender nuevamente del municipio de Murcia. Concretamente en el R. Decreto de 21 de abril de 1834, por el que se realiza la subdivisión provincial de juzgados de primera instancia, en Murcia se incluye el Esparragal y la Diputación de Monteagudo.
Imagen de Monteagudo
A mediados del siglo XIX Pascual Madoz nos deja constancia de que Monteagudo tiene 240 casas, en las que residen 380 vecinos (928 almas); una Iglesia bajo la advocación de Ntra. Sra. de la Antigua que es aneja de la parroquia del Esparragal, siendo sus tierras casi todas de moreral de riego de excelente calidad, regadas por las acequias de Churra la Nueva, Zaraiche, Azarbe del Merancho y por el Azarbe de Monteagudo, contando en algunas de sus colinas con plantaciones de “nopales” que producen gran cantidad de higos chumbos. Además de éste último producto también se constata el cultivo de trigo, maíz, hortalizas y pimientos, siendo importante su producción de seda.
En el presente siglo se constata un continuo crecimiento poblacional, pasándose de los 1.600 vecinos del año 1900 a los 4.758 habitantes de 1960. Este incremento se mantiene hasta 1970, año en el que solo constan 3.075 habitantes, pudiéndose deber este descenso a la remodelación de los límites de la pedanía, en la que el nomenclator de 1960 incluía una entidad singular denominada Zarandona que no aparece en el de 1970. A partir de éste último año las cifras de población se estabilizan en torno a los 3.600 habitantes. Concretamente en la última renovación padronal realizada en 1996 figuran inscritos 3.658 vecinos, que se distribuyen entre los núcleos de población de Monteagudo, La Cueva, Las Lumbreras y el diseminado de la Huerta de Monteagudo. El sector de actividad que mayor población ocupa es el comercio y la hostelería, seguido de otros servicios, industria manufacturera, construcción y agricultura, destacando en este último sector el predominio de las plantaciones de limonero y naranjo, presentando también una especialización en cultivos de hortalizas (acelga, lechuga, tomate, judía verde), denotándose un enorme retroceso en los cultivos tradicionales de maíz y alfalfa.
Cuando hablamos de Monteagudo no podemos dejar de mencionar una singular construcción que desde principios del presente siglo caracteriza a esta pedanía: la imagen del Sagrado Corazón de Jesus. La primitiva construcción fue inaugurada el 31 de octubre de 1926, siendo su peso de 20 toneladas. Estaba conformada por el Cristo con los brazos abiertos, las imágenes de San Francisco de Asís y de San Francisco Javier, dos indios en actitud de oración y un relieve de Santa María de Alcoque en el pedestal. Fue demolida por acuerdo municipal de 11 de septiembre de 1936. La actual imagen, alzada en el mismo centro del castillo, fue inaugurada el 28 de octubre de 1951.



(Datos obtenidos de la web municipal - www.murcia.es -con texto de Manuel Herrero Carcelén). 

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